El anhelo humano de saber y comprender es la fuerza impulsora detrás de nuestro desarrollo como individuos e, incluso, nuestro éxito como especie. Pero la curiosidad también puede ser peligrosa y provocar tropiezos o incluso caídas. Entonces, ¿por qué este impulso nos obliga con tanta frecuencia a lo largo de la vida?
Dicho de otra manera, ¿por qué los humanos somos tan curiosos? Y dada la complejidad de la curiosidad, ¿tienen los científicos una definición para este impulso innato?
La curiosidad está tan arraigada que nos ayuda a aprender como bebés y a sobrevivir como adultos. En cuanto a la definición, no hay una definición ampliamente aceptada del término.
Por ejemplo, William James, uno de los primeros psicólogos modernos, la definió como “el impulso hacia una mejor cognición”. Por otro lado, Ivan Pavlov escribió que los perros sienten curiosidad por los estímulos novedosos a través del “¿qué es?”, reflejo que les hace enfocarse espontáneamente en algo nuevo que llega a su entorno.