Cuando Mirco Wiegert y Lorenz Hampl eran estudiantes, decidieron crear su propia fábrica de refresco de cola, pero había un gran inconveniente: no tenían ni la menor idea de cómo elaborar una bebida gaseosa. Con la confianza que da la juventud, se pusieron a investigar cómo hacer para que su sueño se convirtiera en realidad.
Desafortunadamente, internet no fue particularmente útil para responder a esa pregunta, razón por la que los dos amigos -que se conocían desde su infancia en Hamburgo, en el norte de Alemania- tuvieron que pensar en un plan B.