La plataforma, adquirida hace tres años por Ikea, asegura ejercer solo de intermediaria entre los llamados ‘tasker’ y usuarios. Cuando Leah Busque no tenía tiempo en 2008 ni para comprar la comida de su perro mientras vivía en Boston, pensó lo fácil que sería que otra persona se encargara de estos recados.
Este fue el comienzo de su startup, TaskRabbit. Después vendría la expansión por seis países, ampliación de los servicios bajo demanda a todo tipo de encargos, manitas y arreglos en casa y el paso definitivo: la compra e integración en Ikea hace tres años. Se ha convertido en una plataforma todoterreno que ejerce de intermediaria entre los denominados tasker, quienes ofrecen su mano de obra de acuerdo con su experiencia profesional, y los usuarios, que los contratan a través de la app y la web.