Requiere valentía pero, si estás decidido, párate al borde de un lago, río o el mar cuando esté haciendo frío.
Si no tienes la suerte de estar cerca de ninguno de los anteriores, una piscina, tu ducha o hasta una manguera sirven.
Respira profundo, haz acopio de tu fuerza de voluntad y… ¡entrégate!
Deja que tu cuerpo sienta, de golpe, el agua fría.
¿Por qué sufrir tanto si el agua caliente es tan reconfortante?
Pues la natación en agua fría cada vez gana popularidad con las afirmaciones de que puede transformar su cuerpo y mente.
Por ello, los científicos han estado investigando la fisiología de la inmersión en agua fría y parece que puede tener una sorprendente variedad de beneficios.
Es un campo de investigación emocionante con potencial para ofrecer nuevos tratamientos para una variedad de afecciones, desde la presión arterial alta y la diabetes tipo 2 hasta la depresión y la inflamación crónica.