El pañuelo ha estado tan presente en la historia de las mujeres -sea por la vía de la imposición o de la propia elección- que resulta sorprendente comprobar el poco partido que le sacamos a este accesorio tan polivalente.
Al igual que nos ocurre con el sombrero, nos cuesta cubrirnos la cabeza con un pañuelo, algo que probablemente esté relacionado con la tesis de Lynn Roberts; porque sabemos que llevar pañuelo es atraer miradas, algo que no a todas nos hace sentir cómodas. Pero este año, las cosas han cambiado. El pañuelo se ha coronado como el accesorio básico del verano».
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