El principal responsable de que nos conectemos a Internet casi por arte de magia se llama cable submarino. Un entramado mundial de más de 1,1 millones de kilómetros (27 veces el Ecuador), la mayoría de fibra óptica, que recorre mares y océanos con el propósito de transportar datos por debajo del agua de un continente hasta otro. De acuerdo con las cifras aportadas por la compañía de infraestructuras Telxius, propiedad de Telefónica, un 99% del tráfico global navega a través de esta gran red.
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